Llegue a Rishikesh hace una semana. Mi destino era la escuela de Yoga «Vinyasa yoga Teacher», donde me estoy preparando como monitora de yoga.
LLEGADA EN TAXI
Un taxi me trajo desde Nueva Dehli en unas 11h30. El trayecto más largo y cansado de mi vida, sobre todo teniendo en cuenta que sin tráfico se tarda unas 5 horas en llegar.
Durante el camino he visto de todo, vacas por el medio de la calle, miles de monos por todas partes, tres personas en una moto, una familia con bebes en una moto… esto es la ley de la jungla.
Hubo momentos en los que lo pasé mal en el taxi. Más de 50´parados rodeados de una infinidad de coches, a 40º de calor, con el único sonido de los claxon pitando y sin agua. Una experiencia inolvidable.
Estuvimos más de 50´parados a 40º de calor y sin agua.
Hay que tener cuidado con los conductores, sobre todo si eres chica y viajas sola. Yo tuve suerte con el mío, solo me pidió parar para cenar. Lo único que tuve que ir a buscarle una hora y media después para poder continuar con el viaje. Pero me trajo aún siendo de noche, a la 1h.30 am llegue. Hay algunos que se niegan porque es tarde y te quieren llevar por la mañana, niégate rotundamente y que te lleven a tu destino.
Si no te quieres arriesgar a vivir una aventura de este tipo, hay aviones que por 15 a 30€ te dejan en el aeropuerto de Dehradun en solo una hora. Y está solo a 40´de Rishikesh. Para mí la mejor web para buscar vuelos es Skyscanner.
DISFRUTANDO DE RISHIKESH
A la mañana me esperaba algo muy diferente. Rishikesh una ciudad increíble, llena de amor y energía. Te enamoras de ella nada más pisas sus calles. Está repleta de centros de yoga, meditación y reiki. Tienes lugares donde practicar, aprender y disfrutar. Es una ciudad tan espiritual que te engancha.
El caos de la ciudad es como el de toda la India, coches por todas partes, personas mires donde mires y un montón de vacas que conviven junto a todos. Pero ellos tienen su orden dentro del caos, y es algo precioso que cautiva.
Aún me quedan siete semanas para explorar mejor Rishikesh, su cultura y su gente. Por ahora, me encanta la forma de vida que tienen y la paz que transmiten.
Seguiré aprendiendo, deambulando por las calles y buscando rincones que merezcan la pena disfrutar y compartir.
Namaste.